HISTORIA
Los programas de coaching coercitivo se originaron en Estados Unidos en la década de los 70. Uno de los primeros ejemplos fue el creado por Werner Erhard a partir de mezcla de doctrinas con los más diversos orígenes como enseñanzas de la New Age y de la Iglesia de la Cienciología.
CONTROVERSIA
Estos programas han resultado ser controvertidos por diversas razones. Por otra parte, los métodos utilizados también son objetos de crítica.
El enrolamiento al programa se realiza exclusivamente por invitación a través de los graduados de los diferentes niveles, quienes son presionados psicológicamente para cubrir una cuota de enrolados, lo que me recuerda bastante al método de algunas sectas, que en la vía pública requieren de firmas a los viandantes con un pretexto habitualmente altruista o fin loable. Con “x” firmas ya pueden crear una asociación.
Algunas técnicas utilizadas tienen como propósito el fatigar mental y físicamente a los participantes: sesiones maratonianas que habitualmente terminan pasada la media noche, asignación de tareas para llevar a cabo entre sesión y sesión, cambios de temperatura ambiental (de frío extremo a calor dependiendo de la dinámica que se está realizando) y asientos muy juntos para los participantes.
Los programas de coaching coercitivo hacen uso de ciertas técnicas para generar un estado de confusión emocional (presión de grupos, confesiones públicas, etc) Este abuso es alternado con actividades orientadas a inducir un estado eufórico en los participantes.
El coaching coercitivo, también conocido como coaching de vida, nació en Texas en 1962 gracias a un pastor protestante de origen británico llamado Alexander Everett, quien desarrolló un programa llamado Mind Dynamics basado en diversas corrientes psicológicas como la Programación Neurolingüistica, la teosofía, el rosacrucianismo y el método de control mental de Silva. Posteriormente, un hombre llamado William Penn Patrick tomó algunas de las ideas del Mind Dynamics y fundó su propio programa, al que nombró Leadership Dynamics. A diferencia del programa creado por Everett, se caracterizó por la brutalidad empleada en sus entrenamientos, manifestada en abusos físicos y psicológicos hacia sus participantes. Incluso a este programa se le llegó a conocer como “The pit” (“La fosa”). Leadership Dynamics no duró mucho tiempo gracias a las múltiples demandas por abuso a las que se tuvo que enfrentar. Sin embargo, la semilla de estos programas había sido puesta y uno de los hombres que recibieron el primer entrenamiento, Jack Rosenberg, vendedor de enciclopedias de puerta en puerta, decidió abandonar a su esposa para viajar a California y fundar su propio programa, al que combinó con una pseudo disciplina espiritual más: la Cienciología. Rosenberg, que se cambió el nombre a Werner Erhard, fundó su propio entrenamiento, al que llamó Erhard Seminars Trainning o “est” (así, en minúsculas) y que durante 5 años rindió cuantiosas ganancias al ex vendedor hasta que un reportaje hecho por el programa “60 minutos” salieron a la luz todos los abusos a los que sometía a los participantes, además de imputaciones de delitos graves hacia su persona tales como incesto y violencia doméstica. Así pues, el líder espiritual tuvo que huir de Estados Unidos para viajar primero a Costa Rica, luego a la Unión Soviética, posteriormente a las Islas Caimán y, finalmente a México. Era 1991.
En México, como en muchos otros países de América Latina, los programas de coaching coercitivo tuvieron una rápida aceptación y difusión, haciendo que Landmark Education (que era el nombre con el que ahora se había bautizado al entrenamiento) rápidamente se ramificara en muchos otros grupos que eran fundados por los mismos participantes. Tal es el caso de Gabriel Nossovitch, argentino que después de ser descubierto y evidenciado en su país por el programa de periodismo de investigación “Telenoche Investiga”, viajó a México para fundar el grupo MexWorks, que consiguió gran aceptación en la propia ciudad de México y Guadalajara. Sin embargo, Nossovitch no estaba solo. Uno de sus más acérrimos competidores, Esteban Garbino, se dio cuenta de que este país ofrecía un jugoso mercado para estos temas y decidió fundar en el año 2002 el Grupo Mexico Humano (GMH)
MexWorks, GMH y Landmark Education no son los únicos en su tipo. Decenas de grupos han sido fundados por quienes se gradúan en estos programas, permitiendo la proliferación de estas sectas en muchas ciudades mexicanas, tal es caso de Desafío Monterrey; NXIVM en León, Guanajuato; y Grupo Psyke, en el oriente de la zona metropolitana del Valle de México. Las prácticas utilizadas para que ocurra este lavado de cerebro son las mismas que en todos los países y en todos los grupos existentes hasta hoy día. Los entrenadores aplican una manipulación mental con base en agresiones verbales, insultos, humillaciones y hasta golpes leves que, inmediatamente, cambian por un lenguaje amoroso y reconfortante. A esto se llama terapia de choque y si bien ha sido aceptada por los científicos en diversas situaciones concretas como son los casos de personas con traumas severos, también han recibido serios cuestionamientos por la comunidad académica en todo el mundo.
Otra de las características de estos grupos es que todos sus miembros se niegan a contar qué ocurre dentro de los entrenamientos y alegan que es necesario hacer el curso para no tener una actitud de predisposición. Para ingresar, la persona debe ser enrolada por otro de los miembros que ya cursaron uno o varios de los niveles que comprende el entrenamiento completo (tradicionalmente son tres niveles, pero pueden ser cinco o incluso seis). Los costes de cada nivel son variados y habitualmente aumentan a medida que son más avanzados. Constantemente se han escuchado declaraciones similares a: “mi amigo había acudido a uno de estos entrenamientos, me llamó la atención que me invitara con tanta insistencia. Tanto que al grado que llegó a ser molesto. Me decía que tenía que acudir porque era una experiencia magnífica. No entendía por qué era tan importante que yo asistiera”. Y es que otra de las características de estos entrenamientos es que las personas que se gradúan en ellos terminan siendo tan manipulables que los líderes las convencen de que tienen que hacer que sus amigos se apunten al curso para que ellos puedan gozar de sus beneficios. Lo cierto es que los ingresados son obligados por medio de técnicas de manipulación a cumplir con ciertas cuotas de personas que se matriculen en el curso para que el negocio siga siendo eso: un negocio millonario, sobre todo para sus dirigentes.
Sobre lo que ocurre dentro de los cursos y a pesar de pocos se animan a hablar, hay información precisa sobre las técnicas para ir ablandando el cerebro de los participantes. Las jornadas de trabajo suelen ser excesivas y agotadoras, incluso pasando de la medianoche y con tareas extra entre sesión y sesión. Constantemente, a los participantes se les llega a prohibir la salida a los aseos e incluso puede que sean acompañados por otras personas para vigilarles. Está totalmente prohibido el uso de teléfonos móviles u otros aparatos de comunicación durante el curso. Los participantes son sometidos a técnicas que, lejos de desarrollar una conciencia individual, les privan de ésta para hacer nacer una conciencia colectiva (todos deben pensar por el grupo y no por ellos mismos). También se restringe la ingesta de alimentos y líquidos. Las técnicas utilizadas por los entrenadores provocan un estado de confusión mental, asegurándoles cosas que luego negarán para llegar a generar un estado de euforia involuntarios. Los espacios donde se desarrollan estos entrenamientos son usualmente pequeños para el número de personas que ingresan, por lo que la incomodidad, el calor y la cercanía entre uno y otro participante es extrema. Todos quedan sometidos a voluntad del entrenador, ya que una de las principales condiciones para entrar al curso es que acepte sin rechistar lo que el líder les diga, por lo que el aprendiz queda disponible para el coach, quien hará de él lo que le venga en gana.
Además de todo lo mencionados, el coaching coercitivo se sirve de vocabulario clave y específico por el que los miembros del grupo se identifican entre sí y que, además, suelen utilizar en otras esferas de su vida diaria. Palabras y frases como “formas de crear”, “feedback”, “requerimiento”, “tú te lo generas”, “no cedas al odio” u otras son habituales entre los participantes. A pesar de que los miembros no aceptarán ningún cuestionamiento al grupo y negarán una y otra vez que se trate de una secta, el diccionario de la Real Academia de la Lengua es muy claro en este sentido, pues define como tal a un conjunto de seguidores de una determinada ideología o parcialidad religiosa. Pero las cabezas astutas que están detrás del gran negocio del coaching coercitivo no han dejado pasar ningún detalle, pues conscientes de que el dinero es el principal impedimento para muchos que estén interesados en los “milagros” que ofrece este entrenamiento, han diseñado un programa de “apoyo” financiero mediante el cual pueden ofrecer descuentos, becas o, incluso, préstamos en efectivo que el alumno deberá pagar en cómodas mensualidades. Tienen amplios formularios de matriculación, se hace una serie de cuestionamientos sobre la salud física del interesado con especial énfasis en si existen antecedentes de problemas cardíacos o episodios de alteraciones mentales. Además, se libera a la empresa de cualquier responsabilidad por episodios o complicaciones no previstas que pudieran ocurrir durante el curso, y se advierte que en caso de una vez matriculado el aspirante, este quiera cancelar la misma, se le impondrá una penalización.
Respecto a estos programas de coaching coercitivo, el psicólogo empresarial y de motivación Carlos Albornoz explica: “el coaching no tiene base científica. Base científica significaría que alguien probó el método en pruebas experimentales sucesivas y reportó ese trabajo en revistas científicas, donde otros experimentados consultores y pensadores opinaron si los experimentos eran consistentes con las conclusiones reportadas. Nada de ello ha ocurrido nunca con la ontología, al menos hasta donde yo conozco el tema”. Además, Albornoz advierte que quienes estén interesados en estos cursos, que no olviden que se trata de un negocio y que la mayoría de los mal llamados coach tienen problemas en su vida privada, por lo que deciden abrir una empresa de este tipo para conseguir dinero. “Yo creo que con los precios que se cobran hoy día por el coaching, la relación costo-beneficio es mucho mejor con un psicoterapeuta local y un par de mentores jubilados que te regalen una hora por mes para hablar de la vida”, señala el especialista chileno.
En resumen, recurrir al coaching coercitivo no tiene bases científicas y pueden no servir, dependiendo de las circunstancias específicas de las personas. La decisión, por supuesto, la tiene usted. Lo cierto es que las sectas formadas en torno a este, para mí mal llamado “entrenamiento”, proliferan de forma cada vez más alarmante, generando ganancias nada despreciables para los dueños, que aprovechan la necesidad de espiritualidad y el deseo de éxito de las personas para lucrarse con ello y hacer el negocio de su vida.
No personal: el sectarismo no nace. Se aprende.
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