Durante años, la humanidad se ha particularizado por ser de naturaleza social, ya que los seres humanos se caracterizan por tener la necesidad de establar vinculaciones saludables con los demás. Pero su manifestación adaptativa no sucede de forma aislada sino al contrario: requiere de facultades o capacidades y en este caso me refiero a las habilidades sociales. Con ellas es posible que las personas puedan vivir vinculaciones sociales satisfactorias y, consecuentemente, alcanzar la sociabilidad para que esto se traduzca en el logro de la armonía, cohesión y cooperación mutua entre los individuos. Ante esto, sería interesante preguntarse ¿qué son las habilidades sociales? Se refieren a un conjunto de conductas emitidas por un individuo en un contexto interpersonal que expresa sus sentimientos, actitudes, deseos, opiniones o derechos de un modo adecuado a la situación y respetando a los demás. De acuerdo con esta definición, las habilidades sociales en sí no son comportamientos predilectos sino, más bien, conscientes en donde el sujeto evalúa la situación interpersonal para identificar si es necesario manifestar lo que siente o piensa. Gracias a las habilidades sociales, las personas tienen las capacidades para solucionar los conflictos y, consecuentemente, los suyos propios de tal forma que se disminuyen las probabilidades de que se presenten futuros conflictos relacionales.
Con lo anterior, los sujetos pueden entablar interacciones sociales para asociarse con los pares de forma mutua de tal modo que las experiencias se vuelven satisfactorias. Asimismo, facilita a que haya interactividad entre las personas, es decir, reciprocidades que contribuyen a consolidar:
El aprendizaje de conductas por medio de las socializaciones que ocurren entre los individuos.
Asimilar patrones afectivos, cognitivos y físico que ayuden a ejecutar los comportamientos ajustados frente a los ojos de la sociedad.
Analizar diferentes contextos interpersonales y predecir qué tipo de comportamiento aplicar.
Para fomentar lo anterior, es necesario estimular las siguientes capacidades:
Apego seguro y positivo: se refiere a la capacidad del individuo para establecer lazos afectivos saludables con otras personas.
Empatía: se refiere a la capacidad del individuo de ponerse en el lugar del otro y entender su situación.
Asertividad: se refiere a la capacidad del individuo para defender los propios derechos y opiniones sin hacer daño a los demás.
Cooperación: se refiere a la capacidad del individuo para colaborar con los demás y para logar un objetivo común.
Comunicación: se refiere a la capacidad del individuo para expresar sus sentimientos, ideas y pensamientos, así como escuchar los de los demás.
Autocontrol: se refiere a la capacidad del individuo para interpretar las creencias, sentimientos propios y controlar los impulsos.
Compresión de situaciones: se refiere a la capacidad del individuo para entender las situaciones sociales y no tomarlas como algo personal, o culparse de determinadas cosas.
Resolución de conflictos: se refiere a la capacidad del individuo para interpretar un conflicto y elaborar alternativas de solución al mismo sin que tenga que acudir a la agresión o la violencia.
Tengamos presente que los aspectos citados son, por así decirlo, los “comportamientos operacionales” de las habilidades sociales. Generalmente, son capacidades formadas por un repertorio de creencias, sentimientos, ideas y valores y son la base de la conducta social. Las personas interpretan las situaciones y deciden la actuación. Por eso es de mucha relevancia conocer con más detalles el autoconcepto y la autoestima de los individuos, porque muchos de los problemas que hay en las dinámicas sociales suelen tener orígenes en una baja autoestima o en la formación de creencias negativas que se tienen de sí mismos.
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