PNL - CÓMO HACER UN ANCLAJE

 


La Programación Neurolingüística (PNL) es una poderosa herramienta que se utiliza para comprender y modelar los patrones de pensamiento y comportamiento de las personas. Una de sus técnicas más populares es el anclaje, que permite acceder a los recursos internos de una persona y utilizarlos en momentos específicos. Se basa en la idea de asociar un estímulo externo con una respuesta interna deseada, lo que permite activar rápidamente los recursos internos en situaciones futuras. Para hacerlo tienes que recrear la experiencia como si la estuvieras viviendo otra vez. ¿Dónde estás? ¿qué haces? ¿qué ves? ¿qué oyes? ¿qué sientes? Antes de nada decide qué ancla dispararás: una palabra, un gesto, una imagen... es indiferente. Y para interrumpir el proceso, piensa o haz otra cosa durante unos segundos y vuelve a empezar. Los deportistas de alto rendimiento utilizan anclajes constantemente (música, gestos, un grito de guerra...) Existe una línea muy fina entre los anclajes, los tics nerviosos, los rituales supersticiosos y las rutinas para mantenerse concentrado y enfocado en la competición.

Aquí te detallo cómo hacerlo de forma efectiva y utilizarlo para acceder a los recursos internos de una persona. Pero ante todo, ten esto en cuenta:

  1. Comprende el anclaje. Es una técnica que se basa en los principios fundamentales de la PNL y que sostiene que nuestras experiencias y respuestas emocionales están asociadas a estímulos específicos. Mediante la creación de un anclaje, podemos acceder a esas respuestas emocionales y recursos internos de una forma consciente y deliberada. Dichos anclajes pueden ser visuales, auditivos, kinestésicos o incluso olfativos y gustativos.

  2. Identifica los recursos internos. Antes de realizar un anclaje es importante hacerlo, ya que estos recursos pueden incluir estados emocionales positivos, habilidades específicas, motivación o confianza, entre otros. Al identificarlos podrás enfocar el anclaje en la activación de estos aspectos fundamentales.

CREACIÓN DEL ANCLAJE

  1. Establece un anclaje físico. Elige un estímulo físico específico que utilizarás como ancla. Por ejemplo, presionar ligeramente el dorso de la mano, pellizcar un dedo o cualquier otro gesto discreto. Asegúrate de que el anclaje sea fácil de realizar y no llame la atención de los demás.

  2. Asocia el anclaje con el recurso interno. Recuerda un momento en el que experimentaste el recurso interno al que deseas acceder. Recrea vividamente esa experiencia en tu mente, sumergiéndote en ella y reviviendo las sensaciones y emociones asociadas. En el punto máximo de esa experiencia, activa el anclaje físico de manera inmediata y repetida.

  3. Repite el proceso. Repite varias veces el paso anterior para fortalecer el anclaje. Cada vez que lo actives, intenta intensificar la experiencia y asocia plenamente el recurso interno deseado con el estímulo físico.

  4. Prueba el anclaje. Una vez que lo hayas fortalecido, prúebalo en distintas situaciones para asegurarte de que funciona de forma consistente. Actívalo y observa cómo te sientes, qué cambios notas en tu estado emocional y cómo influye en tu comportamiento.


Utiliza el anclaje en situaciones específicas. Una vez creado, hazlo para acceder a los recursos internos cuando los necesites. Aquí tienes algunas pautas para hacerlo:

a) Identifica la situación objetivo. Determina en qué situaciones concretas deseas acceder a los recursos internos asociados con el anclaje. Puede ser antes de una presentación importante, durante una conversación difícil o en cualquier momento en el que necesites un impulso emocional o mental.

b) Prepara el anclaje. Antes de enfrentarte a la situación objetivo, ten un momento para recordar el anclaje y revivir la experiencia asociada con el recurso interno deseado. Visualiza claramente el estímulo físico del anclaje y asócialo con la respuesta interna deseada.

c) Activa el anclaje en el momento adecuado. Cuando te encuentres en la situación objetivo, activa el anclaje físico de forma consciente y deliberada. Puede ser presionándolo en tu mano, tocando un pulgar o cualquier otro gesto que hayas elegido. Al hacerlo, permite que las emociones y los recursos asociados fluyan a través de ti, fortaleciendo tu estado interno.

d)  Observa los resultados. Presta atención a cómo te sientes y cómo influye el anclaje en tu experiencia y comportamiento en la situación objetivo. Observa si experimentas un aumento en la confianza, la calma, la motivación u otros recursos internos asociados.

e)  Ajusta y perfecciona. Si encuentras que el anclaje no está funcionando tan efectivamente como esperabas, no te preocupes, es perfectamente normal y más aún si nunca antes lo habías hecho (recuerda que nadie nace aprendido). Solo ajusta y perfecciona el proceso. Por ejemplo, puedes modificar el gesto del anclaje, repetir el proceso de creación o explorar diferentes recursos internos para asociar con el anclaje.

f) Práctica y mantenimiento. Relacionado con lo que te he dicho antes, al igual que con cualquier habilidad, la práctica regular es clave para mantener y mejorar su efectividad. Dedica tiempo regularmente en diferentes situaciones para mantenerlo fresco y arraigado en tu mente y cuerpo.

Los anclajes son muy útiles, pero ten en cuenta que no son mágicos. Si un atleta tiene la firme creencia de que no va a conseguir el resultado que quiere, aunque dispare todas las anclas del mundo, no va a funcionar. Y es que, cuando se trata del “no puedo”, no hay trucos que valgan. Así que, primero tendrás que cambiar esas creencias limitantes que, recuerda, no son la realidad, sino solo tus conjeturas sobre la realidad. Para que los anclajes resulten efectivos, y esto es muy importante, hay que ponerlos en práctica con frecuencia. Cuanto más lo hagas, más te funcionará. Y otra cosa más: una vez dispares el ancla, si no accedes rápidamente al estado interno deseado, no debe importarte, actúa como si realmente te sintieras así. A base de repeticiones nuestro cerebro puede ser engañado sin dificultad.

 

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