En los momentos más silenciosos de la noche, como ahora al escribir este post, solemos encontrarnos enfrentando una pregunta que resuena en el eco de nuestras dudas: "¿Por qué, si me esfuerzo tanto por ser una buena persona, parece que la vida me desafía con los obstáculos más duros?" Hay un dicho que me tocó profundamente en el corazón: "La vida reserva sus batallas más arduas para sus guerreros más valientes" Y es que ser una buena persona, actuar con rectitud y desear el bien para los demás no nos exime de sufrir. Por contra, parece ser una invitación abierta para enfrentar pruebas más difíciles. No parece justo, ¿verdad?. Uno podría pensar que un corazón generoso debería caminar por un sendero adornado con flores, no de espinas. Pero la realidad es diferente, y es que la vida no promete una travesía sin tormentas. Incluso para aquellos de nosotros que somos buenas personas, los golpes llegarán, y a veces con una fuerza que nos puede dejar sin aliento.
En esos momentos de dolor, cuando el suelo bajo nuestros pies parece desvanecerse, emerge una verdad aterradora pero a la vez hermosa: las pruebas más duras a menudo traen consigo las lecciones más profundas. A lo largo de mi vida, que realmente ha sido horrible, he aprendido que el dolor es un maestro más exigente que la felicidad. Me he encontrado preguntándome con lágrimas en los ojos: "¿por qué yo? ¿Por qué si intento hacer todo bien?" Y justo cuando el peso parece insoportable, la vida, en su misteriosa sabiduría, nos revela que incluso en la profundidad de nuestro desespero hay un propósito. Solo de escribir esto se eriza la piel al reconocer que en esos abismos oscuros, donde nos encontramos atrapados en un bucle de desafíos, estamos realmente frente a lo que más necesitamos: la oportunidad de escuchar el eco de nuestra propia voz interior.
Lo sé, es duro admitirlo, pero si te encuentras en ese pozo, quizás sea precisamente porque necesitas estar allí. No para sufrir sin motivo, sino para descubrir una fuerza y una sabiduría que solo la adversidad puede enseñar. Y, aunque en ese momento pueda parecer imposible, recuerda que es justo desde ese fondo desde donde finalmente podrás ascender, transformado/a y más fuerte, listo/a para ver el mundo no solo como es, sino como podría ser, gracias al aprendizaje que cada golpe de vida, por cruel que parezca, está destinado a enseñarnos.