Reconócelo: a veces te haces pequeño/a y piensas que, por alguna extraña razón, los demás confían más en ti que tú mismo/a. Si esta sensación se enquista, debes buscar ayuda. Puedes estar en plena crisis de autosabotaje. ¿Qué es? Quizás lo hayas escuchado o leído pero, resumidamente, es un patrón de conducta en el que la propia persona se pone trabas para alcanzar sus metas, impidiéndose avanzar y disfrutar de una vida plena. Es un mecanismo inconsciente de autodefensa.
¿QUÉ HAY DETRÁS?
Infancia difícil. Las inseguridades de tus padres o una niñez complicada pueden haberte dejado cicatrices emocionales que te hagan creer que no mereces el éxito o la felicidad. Es como si lleváramos una mochila invisible con recuerdos pensados.
Autoexigencia. Querer superarse está bien pero, si te agotas durante el camino, no llegarás a la meta. El temor o no cumplir con tus propias expectativas te impedirá pasar a la acción.
Baja autoestima. Mirarte de forma negativa te conduce o pone en duda tus capacidades. Es difícil que valores tus logros si te pasas la vida quitándoles importancia.
Límites impuestos. Las creencias limitantes te frenan. Si crees que no vas a ser capaz de hacerlo, difícilmente lo conseguirás. Creer que los objetivos son inalcanzables refuerza la mentalidad negativa.
Miedo al fracaso. El temor o equivocarse es uno de los impulsores de este mal. Puede paralizarte e impedirte actuar. Esta frenada en seco te deja inmóvil e indefenso/a. Recuerda siempre que es mejor equivocarse que no intentarlo.
Terror al cambio. La comodidad de lo conocido parece más segura que la incertidumbre de lo que está por explorar. Lo malo es que sin cambio no hay progreso. Si no arriesgas, no ganas.
Control excesivo. La vida no siempre sigue un guión preestablecido. Cuanto antes aprendes que es imposible tenerlo todo bajo control, antes avanzarás y empezarás a disfrutar del arte de la improvisación.
Inseguridades. No sentirte a gusto en tu propia piel te puede llevar a compararte constantemente con los demás, impidiéndote perseguir y alcanzar tu sueños.
Desmotivación. Carecer de motivos puede ser tanto causa como síntoma del autosabotaje. Como un pez que se muerde la cola. Si no te mueves, reforzarás la creencia de que no eres capaz de hacerlo y todavía te constará más actuar.
LOS CLÁSICOS
“YA SI ESO MAÑANA...”
Procrastinación. Tienes la habilidad de postergar cualquier actividad que comienzas. Dejas todo para más tarde por miedo o pereza o llevarlo a cabo.
Solución. La regla de los 5 minutos. Proponte dedicar ese tiempo a la tarea. Romperás la inercia inicial y es probable que te resulte más fácil continuar.
“ESTO NO ES PARA MÍ”
Síndrome del/la impostor/a. Eres incapaz de reconocer tus competencias y asimilar tus éxitos, además que te preocupa mucho que los demás te vean como un fraude.
Solución. Trata de ser más compasivo/a contigo mismo/a. Asume y perdona tus errores. A la hora de actuar, planifica y, aunque no te sientas preparado/a, da el primer paso.
PERO... ¿Y SI...?
Las mil y una excusas. Siempre encuentras disculpa para todo, especialmente cuando se trata de iniciar algún proyecto nuevo porque, asúmelo, salir de tu zona de confort te da pánico.
Solución. Identifica las barreras que te impiden avanzar, define bien tus objetivos y comprométete a ser productivo/a.
“MENUDO ATRACÓN”
Actitud compulsiva. Estás de bajón y te da por comer todo lo que pillas y comprar hasta quemar la tarjeta. No tienes fin.
Solución. Cuenta hasta diez y respira hondo. Así actuarás de forma más consciente y acertada.
“EN EL FONDO ME QUIERE”
Relaciones tóxicas. Sueles caer en las redes de gente que no te conviene y se aprovecha de ti.
Solución. Marca límites claros y comunica tus necesidades de forma asertiva. Trabaja en tu autocuidado.
“¡NO PUEDO MÁS!”
Ira contenida. Sientes rabia pero te cuesta expresarla abiertamente. Si te lo comes todo tú solo/a, puede que termines saltando sin venir a cuento o incluso manifestar conductas destructivas.
Solución. Si notas esta emoción, ¡no reacciones! Reconócelo, acéptalo, respira profundamente e intenta imaginar una experiencia agradable. Repetir mentalmente una frase tranquilizadora también te ayudará.
DERROTA AL ENEMIGO
Toma conciencia. Reconoce los patrones de los comportamientos que te llevan a dinamitas tus esfuerzos. Este proceso requiere una labor de autoanálisis pero si lo consigues tendrás mucho terreno ganado.
Sé indulgente. Acepta que todos cometemos errores. El autosabotaje es una respuesta ante creencias limitantes. Perdonarte a ti mismo/a te liberará y te permitirá avanzar.
Cuestiónate. Nunca confíes en tu diálogo interno. Tu subconsciente siempre trata de engañarte. Cuestiona lo que te diga con afirmaciones realistas. La clave está en apartarse de esa voz y actuar como observador/a.
Cuida de ti mismo/a. El autocuidado es fundamental para superar este problema. Mima tu salud física, emocional y mental. Dedica tiempo a actividades que te nutran y te hagan feliz.
No pierdas el foco. Establece metas claras y realiza acciones concretas hacia ellas. No hace falta que des pasos muy largos, ve poco a poco pero manteniendo tu atención en lo que quieres conseguir y no en tus temores.
Exprésate. Nunca reprimas ni ignores tus pensamientos negativos, es un error muy común. Debes entender su origen y averiguar qué mensaje te están enviando. Siempre hay algún enigma detrás de ellos.
Persevera. Aniquilar a tu enemigo interno no será fácil. El camino estará lleno de altibajos. Mantén la resiliencia y la determinación para avanzar incluso en las recaídas.
Busca lo positivo. Dale la vuelta a la tortilla. No veas los obstáculos como paredes infranqueables, sino como oportunidades para crecer.
Pide ayuda. El proceso va a ser complicado pero no tienes que hacerlo solo/a. Apóyate en amigos, familiares o profesionales para que te ofrezcan otra perspectiva. Serán tu guía en los momentos en los que más los necesites.
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