En 1945, el reconocido psiquiatra Viktor Frankl público su manuscrito “El hombre en busca de sentido” para describir, comprender y analizar la complejidad del “sentido existencial”. Según Frankl, el sentido de la vida es “vivir con decisión”, es decir, es la elección de querer lograr o alcanzar algo, superar los desafíos de la vida y persistir por todo lo que anhelamos, por más mínimo que sea, esto impulsará al individuo a luchar por algo. Además, Frankl también resalta que hay algo que jamás se le podrá arrebatar al hombre: la “libertad humana”. Por lo tanto, el sentido de la vida es una decisión “personal” que se configura junto con las circunstancias que vive el sujeto para elegir su camino existencial.
Es por esto, que el sentido de la vida es la capacidad de encontrar un “propósito” que nos motive y ayude a resistir frente al sufrimiento y los desafíos inherentes a la naturaleza humana. Frankl sugiere que para sobrellevar el sufrimiento humano y estipular nuestros propósitos de vida, lo primero que debemos hacer es aceptar lo que nos “tocó” vivir, que no se puede cambiar las circunstancias y por ello no hay nada por hacer.
Aclararé que Frankl no está sugiriendo una visión pesimista y negativista. Todo lo contrario: el propio autor sugiere tener una actitud proactiva, en la cual tengamos la capacidad de “aceptar” nuestra realidad. Es decir, cambiar nuestra manera de ver el mundo por uno más esperanzador y positivo. Pero, hay algo más fundamental que sugiere el autor: “el sentido de la vida se siente” debido a que nuestras necesidades, nuestras metas, nuestras motivaciones, nuestros sentimientos u otros elementos existenciales solo lo sabemos nosotros y por lo tanto el único que posee el conocimiento preciso y claro es el individuo.
Ref: Frankl, V (1991). El hombre en busca de sentido. Barcelona, Editorial: Herder.
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