martes, 26 de noviembre de 2024

COMPROMÉTETE


Imagina esto: es un día laboral cualquiera y tu jefe te dice: 

- Necesito que mañana estés en la oficina a las 09,00h en punto. 

Y ahí estás tú, como un reloj, fichando a las 9:00 am. Sin falta.

En otra situación, tu jefe te encarga varias tareas. Y las haces con la misma precisión o, al menos, lo mejor que puedes.. Eso habla bien de ti, demuestra que eres una persona comprometida.

Pero ahora, cambia la escena. Te prometes a ti mismo/a que vas a empezar ese proyecto personal que has estado posponiendo. "Mañana es el día", te dices. Pero mañana llega y... nada. O ese mantra de "Mañana empiezo el gimnasio" que se repite como un eco cada noche, pero nunca se materializa.

¿Te has preguntado por qué parece que te entregas en cuerpo y alma cuando se trata de cumplir con las expectativas de otros pero cuando se trata de tus propias metas, tus promesas parecen desvanecerse en el aire? Es como si estuvieras programado/a para priorizar los sueños ajenos por encima de los tuyos. Y no, no es que te falte compromiso contigo mismo/a. Es algo más profundo: esos miedos escurridizos que juegan al escondite en tu interior hasta que decides enfrentarlos.

¿Por qué sucede esto? Y ojo, no es una justificación sino una explicación:

  1. Responsabilidad y consecuencias inmediatas. Cuando se trabaja para alguien más, las expectativas y las consecuencias de no cumplir con esas expectativas son claras y directas. No presentarse a tiempo o no hacer las tareas asignadas puede llevar, como mínimo, a una bronca o en casos graves incluso el despido. Por el contrario, las consecuencias de no seguir los propios planes o metas suelen ser menos inmediatas o tangibles, lo que puede disminuir la percepción de urgencia o necesidad.

  2. Motivación externa vs. motivación interna. Desde jóvenes estamos condicionados a responder a la motivación extrínseca (p.e. el dinero, el reconocimiento o el evitar castigos), lo cual puede hacer que sea más difícil actuar basándose únicamente en la motivación intrínseca (como la satisfacción personal o el deseo de auto-mejora). Trabajar en proyectos personales siempre requiere un fuerte sentido de autodisciplina y una motivación interna robusta, lo cual puede ser más difícil de sostener sin una estructura o recompensas externas claras.

  3. Miedo al fracaso y auto-sabotaje. Casi siempre, el no comprometerse con proyectos personales puede ser una forma de auto-sabotaje, un gravísimo error. El miedo al fracaso, el miedo al juicio de los demás o incluso el miedo al éxito pueden hacer que sea más fácil postergar o abandonar los objetivos personales. Trabajar para otros ofrece un guion más claro y expectativas definidas, mientras que perseguir los propios sueños implica navegar por la incertidumbre y enfrentarse a los propios límites.

  4. Falta de claridad o de un plan concreto. Cuando se trabaja para alguien más, generalmente se proporcionan objetivos claros y plazos definidos. Para los proyectos personales, suele esta estructura, lo que puede hacer más difícil comenzar o mantener el rumbo. Sin un plan claro, la procrastinación se vuelve más fácil.

Por supuesto, tal como he dicho anteriormente, esto no lo justifica sino que lo explica. Para empezar a comprometerse más con uno/a mismo/a, se necesita trabajar en estos aspectos. Establecer metas claras y realistas, entender y reforzar la motivación interna, aprender a manejar el miedo y la ansiedad frente al fracaso y desarrollar un plan de acción detallado pueden ser pasos importantes. Además, tratar los compromisos personales con la misma seriedad que los compromisos laborales puede ayudarte a construir una disciplina interna más fuerte. Reconocer y celebrar tus logros, sin importar cuán pequeños sean, también fortalece la motivación intrínseca y ayuda a mantener el impulso hacia adelante.

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