Los cuidadores de muchos zoológicos y circos (tampoco podemos generalizar) atan a los elefantes adultos con una cadena a una fina estaca. El elefante, con entre 5 y 8 toneladas de peso, podría soltarse con suma facilidad pero está atrapado y ni siquiera lo intenta. ¿Por qué? Porque cuando era pequeño, los cuidadores utilizaban el mismo método: una simple cadena y una estaca que lo retenían e impedían que pudiera escapar por más que se esforzara. Así, el elefante asumía que era imposible conseguirlo, lo que sigue recordando ya como adulto. Pero no importa que pueda o no pueda escapar: importa lo que él cree.
En nuestra vida, esas cadenas representan nuestras creencias autolimitantes y que nos frenan. Con demasiada frecuencia, las experiencias del pasado, tales como rechazos, fracasos o experiencias traumáticas, nos colocan una cadena. A pesar de que tengas el potencial de romperlas, si no lo intentas, vivirás atado por el resto de tu vida.
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