La disonancia cognitiva es un concepto psicológico que se refiere a la tensión mental que experimentamos cuando dos o más de nuestras creencias, actitudes o comportamientos entran en conflicto, el cual puede ser interno, es decir, que ocurre dentro de nuestra mente, o externo, es decir, que ocurre entre nuestras creencias y nuestro comportamiento.
La teoría de la disonancia cognitiva fue desarrollada por el psicólogo social Leon Festinger en la década de 1950. Según afirma, es una forma de incongruencia que genera una tensión emocional incómoda, lo que lleva a una necesidad de resolver el conflicto. Esta tensión mental puede tener un impacto negativo en nuestro bienestar emocional si no se resuelve, ya que puede llevar a ansiedad, depresión y estrés. Sin embargo, también puede ser una fuerza motivadora positiva que nos lleve a buscar una solución y a cambiar nuestras creencias, actitudes o comportamientos.
Hay varias formas en las que podemos resolver la disonancia cognitiva. Una de ellas es cambiar nuestras creencias o actitudes para que estén en línea con nuestro comportamiento. Por ejemplo, si creemos en la importancia de proteger el medio ambiente pero luego descubrimos que estamos comportándonos de manera poco sostenible, podemos cambiar nuestro comportamiento para ser más coherentes con nuestras creencias. Otra forma es cambiar nuestro comportamiento para que esté en línea con nuestras creencias y actitudes. Por ejemplo, si creemos en la importancia de mantener una alimentación saludable pero luego descubrimos que estamos comiendo alimentos que nada tienen que ver con aquella, podemos cambiar nuestra dieta para ser más coherentes con nuestras creencias. También puede ser resuelta mediante la justificación o la minimización. La justificación implica encontrar razones para justificar nuestro comportamiento incongruente con nuestras creencias y actitudes. La minimización implica minimizar la importancia de nuestro comportamiento incongruente con nuestras creencias y actitudes.
La disonancia cognitiva también puede aplicarse a los gobiernos y la población en general. En el caso de los primeros puede surgir cuando sus políticas y acciones no están en línea con sus creencias y valores. Por ejemplo, si un gobierno se proclama como defensor de los derechos humanos, pero luego se descubre que está apoyando prácticas que van en contra de ellos, puede generar disonancia cognitiva en la población y en los propios funcionarios del gobierno. En cuanto a la población en general puede surgir cuando sus comportamientos y acciones no están en línea con sus creencias y valores. En ambos casos puede ser una fuerza motivadora para el cambio y la mejora. Cuando la disonancia cognitiva es resuelta de manera positiva, puede llevar a una mayor conciencia y compromiso con las creencias y valores en cuestión. Por lo tanto, es importante tomar en cuenta la disonancia cognitiva en la toma de decisiones tanto a nivel individual como a nivel de gobierno.
Es muy posible que muchas personas hayan experimentado disonancia cognitiva en relación a los gobiernos durante la pandemia de COVID-19. Y, sin duda, había causas más que suficientes. La pandemia ha presentado una gran cantidad de incertidumbre y desafíos y muchos gobiernos tomaron medidas drásticas para tratar de contener la propagación del supuesto virus como el cierre de fronteras, la cancelación de eventos masivos y la implementación de medidas de distanciamiento social, además de confinamientos en los domicilios Estas medidas generaron disonancia cognitiva en la población, especialmente en aquellos que creían en la importancia de la libertad individual y la economía pero que también creían en la existencia del supuesto virus y, de ser así, reconocían la necesidad de proteger la salud pública. Por otra parte, además de conseguir enfrentar a la población, también se cuestionaron las decisiones de los gobiernos argumentando lícitamente que las medidas implementadas eran excesivas y limitaban sus libertades individuales, lo que ya finalizada la pandemia confirmaron los tribunales, declarando inconstitucionales los confinamientos.
En efecto, podemos señalar que en lo positivo la disonancia cognitiva puede ser un motor para el cambio y la transformación personal, ya que se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre nuestras creencias y comportamientos y para intentar reducir la incomodidad o tensión que surge de la disonancia. Además, también tiene importantes implicaciones en el ámbito social y político, ya que puede influir en la manera en que las personas perciben y reaccionan a la información contradictoria o amenazante para sus creencias y valores.
Por otra parte, también puede tener consecuencias negativas en la salud mental y emocional de las personas. Puede ser una fuente de estrés y angustia, especialmente cuando las creencias o comportamientos contradictorios son importantes para la identidad o la autoestima de una persona. En algunos casos, la disonancia cognitiva puede llevar a la negación, la evitación, la racionalización o la justificación de comportamientos o creencias que son perjudiciales para uno mismo o para los demás. Además, la disonancia cognitiva puede ser explotada por los medios de comunicación, los políticos o las empresas para manipular la opinión pública o fomentar comportamientos no deseados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario