Había una vez un pequeño niño que vivía en un pueblo muy tranquilo y rodeado de hermosas montañas y campos verdes. Leo, que así se llamaba, era conocido por su contagiosa alegría y su risa constante. Siempre tenía una sonrisa en el rostro y una actitud positiva ante la vida.
Un día, se encontró en una situación inusual. Había estado jugando en el bosque, persiguiendo mariposas y riendo a carcajadas como de costumbre. Pero mientras exploraba la zona se topó con un viejo libro abandonado bajo un árbol. Lo recogió y comenzó a hojear sus páginas. A medida que leía, su expresión cambió de alegría a tristeza. El libro hablaba de historias de personas que se habían enfrentado a muchas dificultades en la vida, pérdidas y tristezas. A medida que Leo leía más y más, comenzó a sentirse abrumado por una profunda tristeza. Finalmente, cerró el libro y suspiró con pesar.
A partir de ese día, la alegría de Leo desapareció gradualmente. Ya no reía con sus amigos ni disfrutaba de las mariposas en el bosque. Se volvió callado y ensimismado, encerrado en sí mismo. Su familia y amigos, desconcertados, estaban preocupados por él y trataron de animarlo, pero parecía que la tristeza se había instalado en su corazón.
Un día, su abuela, una mujer sabia y amorosa, se acercó a él. Le preguntó sobre el libro que había encontrado y cómo había cambiado su actitud. Leo le confesó cómo las historias de tristeza en el libro habían afectado su espíritu. Su abuela sonrió y le dijo: "Leo, la tristeza es como una sombra que siempre está presente, pero no debes permitir que oscurezca tu vida por completo". A continuación le contó una historia especial, la de una estrella brillante en el cielo nocturno. Esta estrella era conocida por ser la más hermosa y radiante de todas. Pero, a pesar de su brillo, había días en los que se oscurecía un poco. La estrella explicó que, aunque tenía momentos de oscuridad, siempre volvía a brillar con más intensidad. Dijo: "la tristeza es como esas nubes que a veces bloquean mi luz, pero sé que siempre están en movimiento. Siempre regreso más brillante y hermosa".
Leo escuchó atentamente la historia de su abuela y comenzó a comprender su significado. La tristeza era una parte natural de la vida, al igual que las nubes que pasan por el cielo. Aunque podía oscurecer su día de vez en cuando, no debía dejar que dominara su vida. Con el tiempo, Leo comenzó a recuperar su alegría y aprendió a aceptar sus momentos de tristeza como una parte normal de su experiencia y a recordar que siempre volvería a brillar con más intensidad. Comenzó a encontrar alegría en las pequeñas cosas de la vida como el canto de los pájaros, las risas de sus amigos y las mariposas en el bosque.
A medida que creció, nuestro protagonista se convirtió en un adulto lleno de sabiduría y comprensión. Siempre llevó consigo la lección de la estrella y compartió su conocimiento con quienes necesitaban superar la tristeza. Les recordaba que, como la estrella en el cielo, siempre podían volver a brillar con más fuerza después de atravesar momentos oscuros. Y así, Leo vivió una vida llena de alegría y significado, inspirando a otros a superar la tristeza y encontrar la luz en los momentos más oscuros. Aprendió que, aunque la tristeza era una parte inevitable de la vida, no debía dejar que definiera quién era ni le impidiera disfrutar de las maravillas del mundo que lo rodeaba.
(c) 2024, Miguel A. Fuertes
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