La infancia es una etapa crucial en la vida de cualquier persona, ya que es un periodo de aprendizaje y desarrollo que sienta las bases para la vida adulta. Sin embargo, los traumas experimentados entonces pueden tener un impacto negativo en el bienestar emocional y psicológico de una persona a lo largo de su vida. Su identificación suele ser un proceso complejo pero hay ciertas señales y comportamientos que pueden indicar la presencia de traumas no resueltos.
Ansiedad y miedo. Una persona que ha experimentado un trauma de la infancia puede desarrollar ambos en situaciones que pueden parecen normales para otros. Esta ansiedad puede manifestarse en forma de ataques de pánico, sudores fríos, palpitaciones, respiración entrecortada y otros síntomas físicos similares.
Depresión. Las personas que han sufrido abuso, negligencia o abandono en la infancia pueden experimentar una sensación de tristeza y desesperanza que parece no desaparecer, incluso con el tiempo.
Problemas de confianza. Estas personas pueden tener dificultades para confiar en los demás, especialmente en figuras de autoridad. Pueden ser reacias a establecer relaciones profundas o comprometidas por temor a ser heridas.
Dificultades para regular las emociones. También pueden tener dificultades para regularlas y pueden ser propensas a explosiones emocionales, a menudo expresando sus emociones de manera exagerada o inapropiada.
Comportamientos autodestructivos. Pueden recurrir, por ejemplo, al abuso de sustancias, la promiscuidad o la autolesión, todo como una forma de hacer frente a su dolor emocional.
Problemas de intimidad. Pueden tener dificultades para establecer relaciones íntimas o sexuales satisfactorias. Experimentan ansiedad o pánico cuando se acercan a alguien de manera romántica o sexual.
Aislamiento social. Pueden ser reacias a establecer relaciones sociales profundas y a veces prefieren el aislamiento y evitan situaciones sociales por temor a ser heridas o rechazadas.
Problemas de autoestima. Pueden sentir que no valen mucho o que no merecen ser queridas, lo que puede llevarles a un ciclo y bucle de auto-critica y autodesprecio.
Pesadillas o flashback. No siempre ocurre pero si es así, estos recuerdos pueden ser intensos y pueden hacer que la persona se sienta abrumada y retraída.
No olvidemos que estos síntomas no son exactos y no necesariamente indican la presencia de un trauma de la infancia porque cada persona es diferente y puede manifestarlos de manera distinta. No obstante, un buen número de ellos es suficiente para valorarlo realmente. Tengamos en cuenta que algunos pueden ser el resultado de otros trastornos como la ansiedad generalizada o depresión, por lo que es importante buscar la opinión de un coach o un profesional de la salud mental para realizar un diagnóstico preciso.
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