Existen estudios que concluyen que el frío se asocia a una ligera tendencia a mostrase más desconfiado y menos social y el motivo se relaciona con una búsqueda de ahorro de energía y conservación de la temperatura corporal. Esta última también se asocia a la manifestación de síntomas ligados a trastornos psicológicos y psiquiátricos como la depresión, que afecta a más personas en invierno que en verano. Concretamente, uno de los problemas más habituales durante los meses de invierno, por el frío y la falta de luz natural, es el trastorno afectivo estacional.
Pero, ¿qué es? Se trata de un tipo de depresión relacionado con los cambios de estación. En general, los síntomas comienzan en otoño, continúan en invierno y desaparecen en primavera. En pocas palabras, consisten en sentirte con menos energía y de mal humor pero otros síntomas también pueden ser perder interés en las actividades sociales, experimentar cambios con el apetito o en el peso y tener problemas para dormir o, al contrario, dormir demasiado.
¿Cómo mitigarlo? Aquí te doy unos consejos:
- Sal de casa, haz algún tipo de actividad física y distraete con amigos.
- Exponte a la luz solar. Puedes ir a caminar a algún sitio despejado por la mañana, algo temprano, para aprovechar las horas de luz pero recuerda siempre utilizar un fotoprotector solar. No te imaginas el bien que le hace al cuerpo sentir esos primeros rayos de sol y respirar el aire. La motivación sube muchísimo.
- Descansa y duerme en un ambiente agradable y con la temperatura adecuada.
- Hablando de temperatura... mantén tu casa con una temperatura de confort. En invierno se recomienda que no exceda de los 21ºC.
- Los aceites esenciales pueden influir en el área del cerebro responsable del humor. Te aconsejo la lavanda y la bergamota, de efectos calmantes, y el jengibre, que puede ser antiestresante.
- Busca ambientes soleados y luminosos. Abre las persianas y, si es posible, siéntate más cerca de las ventanas que dan más luz.
- Sigue una dieta rica en vitamina D, que la contienen los pescados como el atún o el salmón, los huevos y la leche.
- Reduce el consumo de alimentos con alto contenido en grasas saturadas.
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