No todas las personas tienen la misma forma de pensar. Algunas son capaces de visualizar escenas enteras en su mente. A otras, se les da mejor hablar con una tercera persona para poner en orden sus pensamientos. No hay una manera correcta o incorrecta de deliberar, pero algunas técnicas te pueden ayudar a la hora de “pensar mejor” o pensar de una manera que te haga exprimir todo tu potencial.
Por ejemplo, muchos ingenieros, cuando están atascados en un problema, prueban a contarle ese problema a otra persona ajena a la ingeniería. Intentan explicárselo con términos simples y, al verbalizarlo, llegan a la solución. Otro ejemplo de técnica para reflexionar de manera más inteligente es el ileísmo, un método que viene de siglos atrás y que ya empleaban las grandes figuras de la historia.
El ileísmo consiste en hablar de uno mismo en tercera persona. Como explica el escritor científico David Robson para la BBC, “los políticos suelen utilizar ese recurso retórico para tratar de darles a sus palabras un aire de objetividad”. No es una forma común de hablar de uno mismo, y puede parecer algo pomposo o fuera de lugar. Sin embargo, esta forma de hablar en tercera persona de uno mismo nos ayuda a abstraernos de la subjetividad y a contemplar los hechos desde otro plano, desde fuera, con más objetividad.
Julio César escribía sobre sí mismo en tercera persona. En su relato de "La Guerra de las Galias", podemos ver cómo escribe “César vengó al público”, en vez de “Yo vengué al público”. Este ejercicio cognitivo ayuda a plasmar los hechos de manera más objetiva, de introducir a nuestro interlocutor un nuevo punto de vista que le permita observar nuestro discurso con perspectiva. Esta manera de pensar también nos puede ayudar cuando estamos intentando tomar una decisión difícil. “Al hablar de nosotros mismos en tercera persona, puede ayudar a neutralizar las emociones que podrían desviar nuestro pensamiento, permitiéndonos encontrar una solución más sabia a nuestro problema”, explica Robson.
Expertos de la Universidad de Waterloo (Canadá) analizaron la importancia de la humildad intelectual en la toma de decisiones inteligentes. Explicaron que, “cuando tomamos decisiones personales, nos sumergimos demasiado en nuestras emociones, lo que nubla nuestro pensamiento y nos impide poner nuestros problemas en perspectiva”. Al cambiar a tercera persona, “nuestras descripciones de la situación comenzarán a sonar como si estuviéramos hablando de otra persona, en lugar de hablar de nosotros mismos”, analizaron. De esta manera, conseguimos sentir desapego y esto nos permite “ver el panorama general, en lugar de quedar atrapados en nuestros propios sentimientos”.
Esto demostró que “las personas que empleaban el ileísmo para hablar sobre sus problemas, mostraban una mayor humildad intelectual capacidad para reconocer las perspectivas de los demás y disposición para llegar a un compromiso, lo que aumentaba sus puntajes generales de razonamiento sabio”, explican los expertos. Es más, el uso regular del ileísmo puede cambiar nuestra forma de pensar a largo plazo, con los beneficios que eso conlleva.
Para reforzar esta teoría, se realizó un experimento en el que se reunió a un grupo de personas. A la mitad se le pidió que escribiesen un diario durante un mes en primera persona, la otra mitad lo hizo en tercera persona. Los investigadores descubrieron que los participantes que habían sido alentados a usar ileísmo en sus diarios vieron aumentado su razonamiento sabio, con respuestas más equilibradas a las tensiones diarias. Además, los participantes que escribieron en tercera persona conectaron fácilmente con emociones positivas, en lugar de caer en la frustración o la tristeza ante los problemas.
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