Fotografía: Sirkku Smolander (Finlandia)
En el hermoso mundo natural, los pequeños habitantes del bosque a veces despliegan comportamientos sorprendentes que nos llenan de asombro y admiración. Las ardillas, esos ágiles roedores conocidos por su habilidad para trepar árboles y recolectar provisiones, nos ofrecen un magnífico ejemplo de ello. Dentro de su intrincado mundo social y familiar, exhiben una notable capacidad para el cuidado y la adopción, revelando un lado conmovedor de su comportamiento. Cuando una ardilla hembra se encuentra con una ardilla bebé huérfana en el bosque, desencadena una secuencia de eventos extraordinarios. En vez de ignorar o rechazar al pequeño huérfano, la hembra muestra un instinto maternal innato. Tras un minucioso proceso de investigación que puede durar hasta tres días, durante el cual se asegura de la ausencia de los padres del pequeño, la ardilla hembra toma la decisión de adoptarlo.
Este acto de adopción no es simplemente una respuesta instintiva, sino un compromiso profundo con el cuidado y la crianza. La hembra acoge al huérfano con cuidado y ternura, alimentándolo y protegiéndolo como si fuera uno de sus propios hijos. La inclusión del pequeño en la familia no solo implica la provisión de alimento y refugio, sino también la enseñanza de habilidades vitales para la supervivencia en el bosque. La colaboración entre la pareja de ardillas también despierta admiración. Cuando el macho regresa con comida para la familia, la hembra lo recibe con muestras de afecto y cortejo, reconociendo su esfuerzo y contribución al bienestar del grupo. Esta interacción no solo fortalece el vínculo entre la pareja, sino que también asegura una crianza exitosa para la descendencia.
También es notable el gesto romántico del macho, quien expresa su amor y gratitud hacia su pareja con regalos cuidadosamente seleccionados. Desde rosas hasta nueces y almendras grandes, el macho muestra su aprecio por el papel crucial que desempeña la hembra en la crianza de su progenie y en la preservación de la unidad familiar. Este comportamiento altruista y colaborativo de las ardillas no solo sirve para mantener el equilibrio ecológico en el bosque, sino que también ofrece una perspectiva conmovedora sobre la naturaleza del cuidado y la parentalidad en el reino animal. La dedicación de estas pequeñas criaturas a sus crías, así como su disposición a acoger a los huérfanos, nos recuerda la importancia del amor y la solidaridad en el mundo natural.
Cada vez que observamos a una pareja de ardillas trabajando arduamente para criar a su descendencia, o presenciamos el conmovedor acto de adopción de un pequeño huérfano, somos testigos de la maravillosa complejidad y belleza de la vida en el bosque. Y al reflexionar sobre estas interacciones, nos inspiramos a cuidar y proteger nuestro entorno natural, reconociendo que el futuro de la humanidad está intrínsecamente ligado a la armonía y la cooperación entre todas las formas de vida en la Tierra.
Por cierto y referente a la fotografía de este post. la hizo una
pareja finlandesa de Lappeenranta, que siguió la
vida de las ardillas en su jardín. La foto que sacaron de una ardilla
bebé que está besando a su mamá puede ser la foto de la naturaleza más
graciosa del año es enternededora.
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