Si hablamos de forma metafórica, el lenguaje poderoso es como una planta nueva en casa. Estará un poco decaída mientras no encuentres la cantidad de agua, de luz y el lugar exacto que le permita florecer. Ocurre lo mismo en las situaciones de la vida: nos permite florecer. Es decir, alcanzar nuestras metas. Si en cada una de las situaciones pongo un lenguaje que empodere, si busco las palabras correctas en un lugar energético para afrontar mi situación, entonces sucederá la situación, será como la planta en un buen lugar, un lugar en el que floreceré, en el que lograré mi meta. Si no riego mi planta entonces se irá marchitando. Lo mismo pasa conmigo, con un lenguaje automático, profundamente negativo, que genera emociones dañinas, emociones que el cuerpo resiente, provocando problemas de salud, resultados igualmente negativos.
No se trata de negar lo que sentimos o lo que creemos adornando las
palabras, se trata de buscar y usar aquéllas que nos pongan en un mejor
lugar. Pon atención a la siguiente situación que puede ser perfectamente real:
Carla está en busca de empleo y le han llamado para una entrevista. Analiza su conversación interior:
- "Sí, está bien. Pero está lejos. Y también está mal pagado."
Finalmente, mientras conduce su vehículo al lugar de la entrevista, sigue pensando:
- "No soy lo suficiente buena y, encima, hay mucha competencia"
¿Te das cuenta que el lenguaje de Carla abre las puertas a la no acción, a pretextos de por qué no le van a dar el empleo? ¿Qué tal si cambiamos eso por lo siguiente, cómo cada frase ha sido cambiada a un lenguaje poderoso, un lenguaje que permite a Carla incorporarla a la acción, que le brinda una sensación de tranquilidad, de más posibilidades:
- "Tal vez podría levantarme más temprano y ¡claro que sí!, tengo muchas cualidades, aunque tengo que actualizarme".
Ser positivo y utilizar un lenguaje positivo es muy beneficioso. Sin embargo, hay que aprender a detectar si de verdad te está funcionando. Puedes cambiar todo el lenguaje negativo a positivo pero si no lo crees, no le estás dando poder, no te estás incorporando a la acción. Para saber si tu lenguaje es en realidad poderoso debes estar atento a ti, a tus sensaciones, acciones y resultados. El ser humano es lenguaje, vive tanto en sus conversaciones que no es capaz de verlas y analizarlas y, sin embargo, todo el tiempo lo está usando, crea llaves y abre puertas. Estas últimas puedes abrirlas a lo que quieras pero si utilizas el lenguaje de manera automática y distraída, corres el riesgo de abrir aquéllas que no quieres. De ahí la importancia de poner atención y ser consciente de lo que dices, de darle poder y dirección a tus palabras. Crea las llaves exactas para abrir las puertas de lo que tú realmente quieres.
No hay comentarios:
Publicar un comentario