El Slow Gardening surgió a raíz del movimiento Slow Food, gracias al horticultor americano Felder Rushing, autor del libro del mismo nombre. Esta obra no es una guía para cuidar el jardín, sino que te anima a tener una actitud hacia él. Como la jardinería implica paciencia, respetar los ritmos de la Naturaleza y tener constancia, es una actividad perfecta para formar parte del movimiento slow.
¿En qué consiste? El Slow Gardening te anima a lograr la felicidad a través de tu jardín, cultivando las plantas "que te hacen feliz". Es una aproximación espiritual a la jardinería, que se basa en plantar lo que te gusta y disfrutar haciéndolo. Uno de los principios fundamentales de esta filosofía es que no se pueden obtener unas plantas perfectas, especialmente desde el punto de vista estético. Si plantas algo que no funciona, llévalo a reciclar como compost y siembra otra cosa. Crea jardines para tu propio placer, nunca pensando en los demás. Los espacios de exterior que se cultivan siguiendo la técnica del Slow Gardening son, generalmente, jardines sostenibles. Y es que no tienen el objetivo de conseguir que las plantas crezcan lo antes posible, dejándose a un lado las técnicas y los productos que buscan esto.
Si aplicas el Slow Gardening, tendrás un poderoso aliado contra el estrés y las presiones, disfrutando del tiempo que pasas cuidando tus plantas sin preocuparte por si consigues resultados o no. Si quieres practicarlo, evita los pesticidas. Si no puedes evitar las plagas, cultiva otra cosa que esté libre de ellas. La idea es un enfoque lento y natural en vez de alternativas de solución rápida.
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