El domingo 12 de diciembre de 2012, en el cross de la localidad navarra de Burlanda, sucedió uno de esos gestos que engrandecen al deporte, cuando se hace desde el máximo respeto a los rivales y a uno mismo.
El atleta keniano, Abel Mutai, medalla de oro de los 3.000 obstáculos hace cuatro meses en Londres, estaba a punto de ganar la prueba cuando, al entrar en una pista donde estaba la meta, creyó que ya había llegado y aflojó totalmente el paso y, relajado, comenzó a saludar al público creyéndose vencedor. Quien venía detrás, el españool Iván Fernández Anaya, al ver que se equivocaba y se paraba una decena de metros antes de la pancarta, no quiso aprovechar la ocasión para acelerar y ganar. Se quedó a su espalda, y gesticulando para que la entendiera y casi empujándolo, llevó al keniano hasta la meta, dejándolo pasar por delante.
Este corredor vitoriano, que tenía 24 años y considerado un atleta con mucho futuro (campeón de España de 5.000 metros en categoría promesas en 2010) afirmó al terminar la prueba: "Aunque me hubieran dicho que ganando tenía plaza en la selección española para el Europeo, no me habría aprovechado. Creo que es mejor lo que he hecho que si hubiera ganado. Y esto es muy importante, porque hoy en día, tal como están las cosas en todos los ambientes , en el fútbol, en la sociedad, en la política, donde parece que todo vale, un gesto de honradez va muy bien".
Los VALORES se transmiten de generación en generación. Y tú ¿qué valores les estás enseñando a tus hijos? No dejes que los principios se pierdan.
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